Había una vez una niña que se llamaba Caperucita Roja cuya mamá le dijo que fuese a casa de su abuelita porque estaba enferma y le tenía que llevar una cesta con chocolate, azúcar, pan y dulces.
- Abuelita, que ojos más grandes tienes.
- Son para verte mejor.
- Abuelita, que orejas tan grandes tienes.
- Son para oírte mejor.
- Abuelita, abuelita, que nariz tan grande tienes.
- Es para olerte mejor.
- Abuelita, que boca tan grande tienes…
Y en ese mismo instante, el lobo se abalanzó sobre ella diciendo “¡Es para comerte mejor!”. Por mucho que Caperucita intentó escapar, el lobo se encontraba cada vez más cerca.
Durante su huida gritaba por lo que dos cazadores se acercaron a ver qué pasaba y le dispararon. Seguidamente sacaron a la abuelita del interior del estómago del lobo y Caperucita se dio cuenta de que nunca más debía desobedecer a su madre.
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