lunes, 22 de julio de 2013

CLAN 537- LA MUJER DEL PELOTERO (HQ official video)

El viaje



Había una vez un niño llamado Ángel que soñaba con dar una vuelta y volar  en globo. Un día, el niño, se escapó de casa y se fue a volar en un globo.

Voló sobre Nava, pasó por Rodiles, sobrevoló Peñamayor y después quiso pasar sobre la ciudad de Oviedo ¡¡se lo estaba pasando genial! Le maravillaba sentirse tan cerca de las nubes. Las veía y se imaginaba formas de animales y de cosas. La brisa le acariciaba la cara y él se sentía libre.

Sus padres estaban ¡¡súper-preocupados por él!! 

Ángel seguía volando sobre Oviedo y cómo vivían en esa ciudad, sus padres lo vieron pasar. De pronto, un gran pájaro le intentó coger. El ave era muy grande, sus plumas eran marrones y el pico era muy largo y de color naranja claro.

Ángel se sintió preocupado. Comenzó a sudar por el miedo. Sus manos temblaban y se cogió a las cuerdas del globo. El pájaro pinchó el globo con su pico, pero… sus padres que estaban mirando, se apresuraron a poner una gran colchoneta para controlar la caída.

El niño echó a correr a los brazos de sus padres y estos le abrazaron con fuerza.


Desde aquel día Ángel fue siempre feliz y sus padres también.



Claudia Pruneda

La familia de animales



Hace mucho tiempo, en un país muy lejano, un viernes cualquiera por la mañana, en el bosque había dos cobayas, una se llamada “rufo” y otra “nati”. Eran novios y “nati” estaba embarazada y le dolía mucho la barriga. Por allí pasaban a diario el pato “lucas” y el pollito “pio”, que les ayudaban trayendoles comida, controlaban su seguridad y tenían avisados de todo; si pasaba gente, si había algún cartel de tener que irse o lo que fuera.

Unos días mas tarde los pequeñines ya habían nacido y “nati” y “rufo” le pidieron a  “pio” y “lucas” que se quedaran con ellos. Pero, de repente, uno de los pequeñines se puso malo y “pio” fue hasta la ciudad y sin que le vieran… ¡zaaaaast! Picó al dependiente de la tienda y le robó unas pastillas llevándolas en la boca y sobre su espalda un jarabe.. Ellos, los pequeñines,  vivían en un cubo, porque “nati” su mamá lo había mordisqueado para hacer una puerta, ya que le pareció un lugar calentito y cómodo. La enfermedad no fue nada y el bebé de cobaya se curó enseguida.

Vivian genial, pero encima del cubo sobrevolaba a diario un águila y empezaron a preocuparse. El águila volaba y volaba y estuvo así mas de tres horas y los bebes cobaya jugaban en el interior del cubo sin sentir el peligro. El águila acabó cansando de sobrevolar la casa.

Al día siguiente “lucas”, “pio”, “nati” y “rufo” habían decidido ir a la ciudad y se pusieron en marcha todos juntos. El viaje fue genial, pero al llegar a la ciudad se sorprendieron un montón. Era muy distinta y mucho más guapa de lo que se imaginaban. Buscaron la casa que les pareció más elegante y subiendo unos a hombros de otros hicieron una  escalera para que “rufo” tocase el timbre. Abrió una muchacha y recogiéndoles en su casa les dijo que ella les cuidaría y para siempre fueron felices y comieron lombrices…


Claudia Pruneda



domingo, 21 de julio de 2013

SARAY y su abuela Manuela vivían en el gran Bosque Mágico, en el corazón del frío valle, rodeado de frondosos y centenarios arboles, las hayas gigantes, los enormes robles, los pinos albinos y un lecho de mullidos helechos verdes que albergaban multitud de animalillos salvajes.
Cuentos cortos - El principe y la rosa
Abuela y nieta vivían junto con su perro Rufo, de largos pelos color canela oscuro, en una profunda cueva excavada en la ladera de la montaña.
Las cuevas naturales eran la mejor vivienda para soportar el rigor del invierno ruso.
En la entrada de la cueva, había una buena estancia que hacia de cocina y habitación, cerca de una chimenea con horno incluido.
El calor del siempre constante fuego hacía de barrera en contra del aire helado del exterior.
Saray vivía feliz en el viejo bosque, rodeada de animales y pájaros, a la vera de un río llamado el Rio Esmeralda, el cual nacía a unos 700 mtrs. mas arriba. Su nombre viene por el color verde esmeralda de sus turbulentas y caudalosas aguas, ricas en polvo de esmeralda que arrastraba la fuerte corriente desde el nacimiento del río. Rufo se había despertado muy temprano y ya estaba buceando en el río en busca de los salmones que bajaban del río después de deshovar sus crías, bajaban medio muertos y agotados, los pescaba con destreza y se los llevaba corriendo a su ama, la cual los colgaba en lo negro de la chimenea para que se ahumaran y posteriormente venderlos en el mercado de los viernes.
Manuela estaba muy orgullosa de su nieta Saray a la que había enseñado todo lo que ella recordaba y algunas cosas de su propia cosecha, las tradiciones gitanas rusas
estaban llenas de sabiduría ancestral, para la curación y alimentación en los bosques mas fríos y duros del planeta. Saray vendía en el mercado de los viernes, siempre iba acompañada de su comadre Violeta, su hermana, vecina, las dos se vestían bien ese día. Sobre todo Saray que siempre se ponía su falda roja de volantes y su blanca blusa con encajes. Además sus aretes de oro colorado y su pintalabios rojo importado de la China por unos gitanos españoles, le daba un aire de princesa morena.
Su comadre Violeta parecía una chica de 17 años, con su eternas botas negras, su abrigo negro de marta y los gorritos de colores y guantes que tejía su vieja madre, los cuales también vendía en el mercado, le daban un aire totalmente juvenil. Las dos chicas parecían comerse la vida a bocados, cansadas de morar todo el largo invierno cerca de la chimenea, comiendo chocolate caliente y mermelada de arándanos. Había engordado un poco, pero eso no le preocupaba nada, era bueno tener un poco de grasa adicional, por si había que caminar mucho por el bosque a partir de ahora.
Al fin había llegado el mercado de primavera, y todos los gitanos estarían ya vendiendo sus mercancías en el mercado del los viernes, en la ciudad de Rosmarinuso llegado la primavera.
Era un día soleado de mayo, al fin las nieves se habían acabado, y se estaban deshelando muy rápido, el bosque brotaba agua por cualquier rincón, había que tener mucho cuidado de no patinar con el musgo verde y gelatinoso que alfombraba todo el valle, casi se podía ir sin zapatos y eso es lo que hacia Saray, sus zapatillas doradas le iban bien para correr, pero sin ellas era libre como un conejillo.
FIN

chiste de Angela






Entra un niño en su casa y le dice a su madre,
"mama en el colegio me llaman despistado" y ahora  dice la señora ,
"niño tu casa es la de enfrente"