Hace mucho tiempo, en un país muy
lejano, un viernes cualquiera por la mañana, en el bosque había dos cobayas,
una se llamada “rufo” y otra “nati”. Eran novios y “nati” estaba embarazada y
le dolía mucho la barriga. Por allí pasaban a diario el pato “lucas” y el pollito
“pio”, que les ayudaban trayendoles comida, controlaban su seguridad y tenían
avisados de todo; si pasaba gente, si había algún cartel de tener que irse o lo
que fuera.
Unos días mas tarde los
pequeñines ya habían nacido y “nati” y “rufo” le pidieron a “pio” y “lucas” que se quedaran con ellos.
Pero, de repente, uno de los pequeñines se puso malo y “pio” fue hasta la
ciudad y sin que le vieran… ¡zaaaaast! Picó al dependiente de la tienda y le
robó unas pastillas llevándolas en la boca y sobre su espalda un jarabe..
Ellos, los pequeñines, vivían en un cubo,
porque “nati” su mamá lo había mordisqueado para hacer una puerta, ya que le
pareció un lugar calentito y cómodo. La enfermedad no fue nada y el bebé de
cobaya se curó enseguida.
Vivian genial, pero encima del
cubo sobrevolaba a diario un águila y empezaron a preocuparse. El águila volaba
y volaba y estuvo así mas de tres horas y los bebes cobaya jugaban en el
interior del cubo sin sentir el peligro. El águila acabó cansando de sobrevolar
la casa.
Al día siguiente “lucas”, “pio”,
“nati” y “rufo” habían decidido ir a la ciudad y se pusieron en marcha todos
juntos. El viaje fue genial, pero al llegar a la ciudad se sorprendieron un
montón. Era muy distinta y mucho más guapa de lo que se imaginaban. Buscaron la
casa que les pareció más elegante y subiendo unos a hombros de otros hicieron
una escalera para que “rufo” tocase el
timbre. Abrió una muchacha y recogiéndoles en su casa les dijo que ella les cuidaría
y para siempre fueron felices y comieron lombrices…
Claudia Pruneda
Claudia Pruneda
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