Había una
vez en un país muy muy muy lejano, donde vivía un dragón, que no
sabía lanzar fuego por la boca.
Se sentía
triste por ello y decidió ir a clases para aprender a lanzar fuego. Pasó un mes
y dos mese y al tercer mes… el pequeño dragón seguía sin saber echar fuego.
Preocupado, se lo dijo a su madre y ella no sabía que hacer para ayudarle.
Un día un
dragón muy malo que llegó a la ciudad, los vio y como el pequeñín no sabía
lanzar juego, lo cogió y lo encerró en un lugar oscuro y con murciélagos.
El pequeño
dragón intento e intentó echar fuego… ¡¡pero
no podía!! No había comido nada desde hacía tres días y entonces al soplar muy
fuerte de nuevo le salió una chispa de fuego y una gota de agua. Descubrió que
era un dragón llamado “Aguafuego” y
echaba agua por la boca y fuego por las orejas.
¡¡Era el único dragón que podía hacerlo!!
Entonces, quemó
y echó agua al dragón malo. Éste marchó corriendo hacia su país y “Aguafuego” se escapó y fue a ver a su
madre. Le contó la historia alucinante que había vivido.
Desde ese
día “Aguafuego” y sus amigos fueron
felices y comieron lombrices, colorín, colorado este cuento se ha acabado y por
la chimenea se ha esfumado.
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