Había una vez en un pueblo muy lejano y en un día
cualquiera... un gato negro que tenía cuatro meses de edad y se llamaba
"Sombra".
El gato convivía en una casa con una niña y sus dos
hermanos. También vivían en la casa la madre y el padre de la niña.
Le encantaba ver las cobayas y los pájaros de la casa. Pero...
había un perro muy grande y... ¡claro! tenía que tener cuidado.
"Sombra", a diario pasaba ganas de escaparse al
jardín. Entonces... saltaba por la ventana o se colaba por la puerta. Otras
veces salía al tejado.
No le gustaba quedarse solo y cuando se fueron de vacaciones
los padres y la niña, al volver,
"sombra" no les conocía. Pero, más tarde, recordó quien le
acariciaba, era la niña. También fue recordando a quien le hacía bromas, era la
madre y de quien le regañaba un poco, era el padre.
Un día que el perro dormía... salió.
Sin darse cuenta, se puso sobre el perro y ... ¡claro! el
perro despertó y el gato echó a
correr... y el perro detrás.
Se escondió detrás de una parrilla y el perro no le vio.
Siguió corriendo... y el gato se libró.
Entró en casa y se puso a dormir en el sillón. Cuando
despertó lo acariciaban la niña y su hermana, mientras el perro le seguía
buscando.
Al gato le encantaba cazar moscas y un día se tragó una.
Tenía los ojos amarillos como las serpientes y un collar azul
como el mar... con cascabel.
Ese gato, es mi gato y es... ¡¡GENIAL!!.
Claudia Pruneda
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